Hijo de mi alma, la luz del sol se opaca para permitirte que la luz de la eternidad te acompañe en el reino de Dios, donde sabemos que cuidarás de tu familia como lo hacías en vida llenándonos de amor y paz y mucho cariño, para que saliéramos cada día adelante. Mi perla más preciosa, tomaré tus hermosas manos cuando el Dios Todo Poderoso me llame, voltearé la espalda y dejaré todo atrás y no me agobiará más la tristeza de tu ausencia, porque se que me reuniré junto a ti y nuevamente seremos muy felices, nunca nos separaremos y estaremos cerca de nuestro Padre Celestial.
Hasta pronto mi gran amor.