“Amor, mi Gordo Bello: Desde el día en que te fuiste, el aire que respiro no es el mismo, siempre pienso en ti y sé que estás al lado de nuestro Padre Celestial cuidándonos. Estás en el mejor lugar donde existe paz, donde no hay maldad, donde puedes descansar. Y aún sabiendo esto, los días no eran existentes para mi al darme cuenta que ya no estarías más a mi lado… pero entendí que cada día es un regalo, una oportunidad, un tesoro, porque Dios es quien nos da la vida; Él nos da un propósito, una dirección, Él nos permite disfrutar la maravilla de su presencia y el compañerismo de su infinito amor. Hace un año que Él decidió llevarte a disfrutar en sus brazos de lo que los ojos humanos no somos capaces de ver, Dios se ha llevado una parte de mí contigo y así como Él me puso esta prueba, me acompaña cada día para poder superarla. Un día tus ojos y tu hermosa sonrisa iluminaron mi vida, ahora Dios con su amor, es el único que puede iluminar nuestro camino y llenar ese vacío tan grande que has dejado con tu partida; tu nombre y tu sonrisa quedarán tatuados en mi corazón, siempre vivirás en él. Tu Pitú. Edna Jucelly Agudelo Herrada”.
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